otra tierna madrugada
me contempla, me acaricia,
me compadece y me abraza.
Gravita para mí el mundo
y para el resto descansa.
¿Qué daño habré cometido
para tener esta carga?
¿Por qué me veo forzado
a tratar con alimañas?
Todos a mi alrededor
ven y escuchan, pero callan.
En la boca sólo un "dame"
y muy pocos "¿qué tal andas?"
Me dicen: contigo pérdidas
solo y ninguna ganancia.
Atrevida afirmación
que desbarajusta el alma
y adjudica forma y cuerpo
al manantial de mis lágrimas.
¡Qué frágil es la memoria
ante ciertas circunstancias!
¡Qué velozmente olvidamos
el eco de las palabras!
¡Qué desdichado es el ave
que en su cárcel llora y canta!
¡Qué desgraciado es el hombre
temeroso del mañana!
Menos mal que cada día
me refugio en la esperanza.
