¡Oh preciada y sabrosa mandarina,
compañera ideal de la mañana!
Tu historia empieza en la vetusta China
y concluye en mi tierra valenciana.
Sutil esfera de corteza fina,
devuelves a la piel su edad temprana:
eres indispensable en la cocina
junto a tu fiel amiga la manzana.
Tras mondarte no deja de venirme
un mar de espuma cómplice a la boca
que ni sorbiendo sin parar rebajo.
Repleta estás de carne estriada y firme,
tu choque con mi paladar provoca
una dulce explosión en cada gajo.
"Verso libre, verso libre,
líbrate mejor del verso
cuando te esclavice"
(Antonio Machado)
La esencia creadora florecía
en sus versos de alegre primavera,
tanta miel consiguió que se creyera
la flor mas bella de la poesía.
Reunido en caprichosa antología,
quiso ocupar la página primera,
lucir donde mejor le permitiera
ofrecer al lector su fantasía.
Se supo rebasado en hermosura
por un sinfín de poesía pura,
a la cual observaba con respeto.
Así entendió que, en contra de su ser,
si como el Fénix fuese a renacer,
adoptaría forma de soneto.
(A mi amigo Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi,
generoso e inmenso vate peruano)
Amado por la soledad, Roberto,
satisface el poeta su destino,
apartando las piedras que el camino
lanza furiosamente con acierto.
Tu corazón, de porvenir incierto,
reclama para sí calor genuino,
cansado ya de tanto amor mezquino
que arroja su tristeza al descubierto.
Sobre el verso navegas por la vida
dejando a la infelicidad vencida
y, de paso, cultivas amistades.
Tras regresar a tu nación peruana
te lamentas al verla sin mañana:
verso, patria y amor son tus verdades.
Tras acabar la interminable espera,
subido a un tren inicio movimiento:
voy al país de triste firmamento
y de famosa tradición quesera.
Ciudad tejida sobre la pradera
donde el ganado encuentra su alimento.
Nombrarla es evocar un yacimiento
de vistas que enamoran a cualquiera.
Por sus calles de piedra sugerente,
las gaitas trovan una melodía
armónica y sonora como el rayo.
Cariño, cuando esté de cuerpo ausente
me hallarás esculpiendo poesía
en tierras del heroico Don Pelayo.
Imagen: fachada de la
Catedral de Oviedo.
África, tu grandioso nombre suena
a dignidad constantemente herida,
a tragedia por todos consentida,
a sobredosis de penuria en vena.
Mentarte sin sentir la más profunda
indignación no es propio del humano.
Ver como muere un continente hermano
requiere ya una solución rotunda.
Ser la elegida por la madre tierra
como depositaria de sus bienes
ha sido tu castigo: por tus genes
circulan las maldades de la guerra.
Con tus materias primas se construyen
multitud de productos esenciales,
que engordan las fortunas personales
de cuantos tiranizan y destruyen.
Pero el mundo es un sálvese quien pueda...
Quedan gestos vacíos, bocas mudas,
manos quietas, sanciones tartamudas
cuando entra paz en forma de moneda.
Los que hoy exigen plenas libertades
eran ayer magníficos verdugos.
Ahora extienden invisibles yugos
con el fin de imponer sus voluntades.
África inerme, ruge con violencia
y enarbola en el rostro del contrario
el temor a vivir igual calvario
que el por ti padecido en su presencia.
Jamás será tu sufrimiento vano
si buscas con ahínco la victoria.
Escupe de tus fauces a la escoria
que impide ser al pueblo soberano.
No vivas de rodillas sobre el suelo...
Rechaza a la miseria enamorada,
y eleva al horizonte tu mirada
hasta fundirla en el azul del cielo.
Nunca estará tu rota voz desierta
en la diversidad de tu agonía,
firme raíz de negra poesía.
África, insubordínate. ¡Despierta!
¡Oh blanca dama!, toda tú nobleza
eres. Trabajas sin mostrar hartura,
das a los enemigos sepultura
mostrando al mundo tu letal destreza.
Reina postrada, adoras la limpieza,
buscas cualquier atisbo de negrura
que velozmente tornas en blancura
devolviendo a la prenda su belleza.
En tu cárcel malvives, desterrada
quedas en los dominios del olvido.
¡Sumergidla en la fresca luz del día!
Mereces ser por todos venerada,
¡devolvedle, por fin, su honor perdido!,
¡ponedle un trono en vuestra galería!
Feroz miseria, dime: ¿por qué cubres
a las personas de escasez y llanto?
¿Te divierte sellar a cal y canto
los vientres que en tu obstinación descubres?
Truecas en seres viejos, insalubres,
los cuerpos que antes eran puro encanto.
Los niños enloquecen del espanto
tras nada hallar en tus gastadas ubres.
Te sientes intocable, victoriosa.
A muchos hombres metes en la fosa
cada día. ¿Hasta dónde llegarás?
La indiferencia te hace fuerte. Pero
naciste de la mano del dinero
y cuando él muera, tú también lo harás.
Bajo el sol del mediodía
que realza tu figura
me preguntas con dulzura,
dime, ¿qué es la poesía?
El sentir que al alma mía
emociona, la locura
de besarte con ternura,
¡toda tú eres poesía!
Al escuchar mi respuesta
vives gran satisfacción,
tus ojos lucen de fiesta.
Sin ti, mi dicha es modesta,
se acalla mi corazón
que amargamente protesta.
Miguel Hernández, hijo de la pana,
férreo defensor de la hoz y el trigo,
custodio para el débil y enemigo
siempre de toda voluntad tirana.
Su lujo, una roída americana,
su tesoro: talento por castigo.
La elegía a Ramón Sijé, su amigo,
les da la vida eterna del mañana.
De los grandes autores del momento
obtuvo poco reconocimiento
el cósmico poeta de Orihuela...
-¡Qué tino!- Porque no es cuestión de suerte
que décadas después de ver la muerte
siga su lírica creando escuela.
Años lleva el poder establecido
viviendo de mentiras y ruindades,
menospreciando las necesidades
no cubiertas del pueblo sometido.
Señores, ¡cumplan con lo prometido
y atiendan las urgentes prioridades!,
quizás así descubran las bondades
de un sistema más justo y repartido.
Digan adiós a las Diputaciones,
a la Casa Real, al desgobierno,
a sus enormes dietas y al Senado.
Recorten sólo de sus vacaciones
y, como España es un país moderno,
¡devuelvan el dinero que han robado!
Con la promesa de abundantes megas
a buen precio, te abrí mi humilde casa
y desde que firmé no se que pasa
pues del gran chollo sólo quedan pegas.
Ayer, al vernos, éramos colegas:
cercanía en el trato y mucha guasa.
Hoy, tocas el teléfono y te abrasa,
no recuerdo tu voz, de mi reniegas.
Con una obstinación de enamorado,
y sin manías, busco en otro lado
quien me dé cobertura en el hogar.
Me dijiste: "lo tuyo para enero",
¡ay canalla!, que estamos en febrero
y todavía estoy sin navegar.
Mucha gente me llama idealista
por mis ojos meter en el tintero,
dejar al corazón llorar primero
y darle voz con precisión versista.
Por la palabra soy firme activista
que gusta de tus besos en enero
y de tu compañía el año entero,
conjunto que no perderé de vista.
Cuando la acción letal de la distancia
vierte en mi lengua su sabor amargo,
deja de ser una cuestión tabú.
Y hallo en tu compañía la sustancia
innata que me aleja del letargo
en el que vivo si me faltas tú.