Soneto inicial

Entraste, por sorpresa, en mi triste guarida
liberando un frescor propio de fin de año,
un soplo abrasador de maleable estaño
que unió, al instante, tu corazón a mi vida.

Me brindaron tus ojos una grata acogida
pues, a pesar de ser casi un total extraño
para ti, por mi parte no hubo ningún engaño
en todo cuanto por la boca di salida.

Nuestro primer encuentro, un completo derroche
de atractivos matices y sabrosas esencias,
quedando embelesado por tu piel enlutada.

Sin darnos cuenta vamos consumiendo la noche,
entre vinos, sonrisas y oscuras confidencias
te miro y reconozco a mi mujer soñada.

Mujer soplando fuego